miércoles, 27 de julio de 2011
Un dulce sonido
Era tan pequeño, parecía un muñequito entre mis dedos.
Su respiración dificultosa me atormentaba cada vez más al punto de la desesperación, y no había nadie en un lugar atestado de gente que tal vez sufría más que nosotros.
Me miraba con sus ojitos como pidiéndome que por favor terminará su agonía, pero yo no podía hacer nada, sólo abrazarlo con la esperanza de que él se aferrara a la vida.
Sus manos delicadas y débiles, trataban de tocar mis dedos, pero cuando parecia que todo iba arreglarse, cuando al fin entraríamos a pabellón, fue que soltó la risa más linda que jamás oí y me abandonó.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario